José Ángel Solorio Martínez
¿Cómo interpretar la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidente electa, Claudia Sheinbaum Pardo a Nuevo Laredo Tamaulipas?
Sin duda: el escenario que envolvió la elección del 2 de junio en ese puerto fronterizo, y que lanzó señales de preocupación a la Federación. Esa ciudad, posee características propias que la ubican como uno de los sitios de mayor captación de recursos para el Gobierno federal; esto es, independientemente de quién gobierne la ciudad, la IV T, acopia miles de millones de pesos que sirven para mover el aparato gubernamental y los programas sociales.
O sea: es vital para la salud financiera de la nación, un puerto mercantil funcional y laborando en paz.
Para que ello ocurra, el ambiente que deben crear los gobiernos –federal, estatal y municipal– es de equilibrada gobernabilidad y ordenada coexistencia entre sociedad y autoridad.
El ambiente no estaba para bollos.
El PAN hasta el último momento, disputó la elección.
Las expectativas del triunfo de la candidata, Yalheel Abdala Carmona, eran muchas; inició con una dinámica que acalambró a MORENA. Finalmente quedó atrás de Carmen Lilia Cantú Rosas, unos cinco mil votos.
La visita de los dos presidentes a Tamaulipas, a Nuevo Laredo, es la mano tendida a todos los factores sociales nuevolaredenses. La sociedad se polarizó –como ha ocurrido en decenas de campañas electorales en este municipio–. Se entiende que los Ejecutivos federales, con su presencia y sus actitudes, convocan a trabajar por la ciudad y reiteran uno de los proyectos de la IV T para este puerto fronterizo: la Dirección de Aduanas del país.
Esa importante dependencia, es fundamental para la recaudación necesaria para el desarrollo y crecimiento del país. Ni la inseguridad, puede frenar esa responsabilidad del Estado. Entre líneas, eso se desprende de la visita de los dos presidentes de la república a una zona de conflicto que de repente amaga con escalar y generar lastres a las políticas fiscales de AMLO.
El presidente y la presidente electa, con su gira de inspección a las instalaciones fiscales de la Secretaría de Hacienda en tierras nuevolaredenses, no sólo fue una promoción a la continuación de las políticas del lopezobradorismo; es al mismo tiempo, un espaldarazo a los gobiernos de Américo Villarreal Anaya y de la alcaldesa reelecta, Cantú Rosas que necesariamente, redundará en beneficios para la ciudad y para sus actores políticos, sociales y económicos.
Apremia, la articulación de un Plan de Desarrollo Municipal, acorde a la ciudad y apegado a la vocación económica del municipio. En zonas donde la inseguridad pareciera enseñorearse, se debe discutir la posibilidad de desplegar actividades culturales y artísticas; el soslayo en la frontera de políticas culturales, tanto de la Federación, como del estado y los municipios, ha prohijado territorios marginados tanto en lo material como en lo espiritual. Estas omisiones, han potenciado la inestabilidad social en la mayor parte del norte tamaulipeco.
Ya lo dijo AMLO: la violencia se debe atacar desde las causas. Y éstas, están en la entraña del olvido administrativo de la Cultura y el Arte en los programas de gobierno.
¿Por qué, existe una infraestructura material, sobrada para las actividades culturales y éstas no se ven ni sus luces?
Sencillo: el levantamiento de obras, redunda en beneficios para los constructores y algunas autoridades; los eventos culturales y artísticos, son considerados por muchos gobiernos municipales como gastos.
Esa perversión de la visión social de los gobiernos, ha generado un superávit de centros culturales y un déficit de espectáculos con sustancia artística.
Nuevo Laredo, ante el aura protectora de la Federación, puede ser el espacio en donde se genere un beneficioso vuelco en el uso social y racional, del gasto público municipal.