José Ángel Solorio Martínez
La generación de reemplazo de la IV T ya está aquí. La mayoría, quedó en el lugar en donde con mayor intensidad, se hace política: en el Congreso federal y local. La ola lopezobradorista, liquidó a buena parte de una clase política cuyo encumbramiento se debió a los liderazgos neoliberales de la región.
En mucho, ese legado del viejo sistema político, sigue permeando en la mentalidad varios relevantes cuadros del ahora Segundo Piso de la IV T.
Lo plausible es el embrión del relevo, de esa añeja urdimbre que no sabe de dónde viene y por lo mismo, no sabe a dónde va.
No son pocos, los elementos que eclosionaron en el paisaje tamaulipeco.
En la frontera, la diputada Magaly Deandar aparece en primera fila. Ella es morenista de la primera hora; se distinguió por su colaboración en las candidaturas de AMLO desde el 2006, hasta la triunfal del 2018.
Ganó una diputación local de mayoría hace tres años. En esa legislatura, destacó por su frontal combate contra la intención del ex gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, de continuar controlando segmentos de gobierno de Américo Villarreal Anaya. En tribuna fue una de las convincentes y convencidas defensoras de la IV T, a pesar de las presiones ejercidas por el Ejecutivo estatal panista.
Con esas medallas, se ganó la candidatura para reelegirse.
Su trabajo en el municipio de Reynosa, ha sido destacado. Es de los pocos legisladores que ha hecho tierra en su distrito, después de ganar.
Su reelección, la obtuvo desplegando una ejemplar campaña, a tal grado que resultó una de las diputadas con mayor votación porcentual en la entidad.
En Matamoros, sobresale el alcalde electo, Alberto Granados. Sorprendentemente, superó los pronósticos y sacó un holgado triunfo sobre la candidata panista Letty Salazar que desplegó una eficaz estrategia de proselitismo.
Granados, quien fue diputado local, obtuvo la candidatura contra viento y marea. El hecho, molestó a la Borrega López, que en un principio alentó al panismo para derrotar al aspirante de MORENA; finalmente, las coordenadas se ajustaron y el disidente alcalde López, desistió de su rompimiento con los candidatos morenistas.
Ese escenario permitió la emergencia en el escenario local del presidente municipal electo Granados.
En San Fernando, la ex Secretaria de Bienestar, Verónica Aguirre pasó la prueba de las urnas al derrotar a un panismo que amagaba con repetir, aplastando a Maybella Ramírez.
En Victoria, consolidó su carrera como prospecto macizo, Pepe Braña. Ganó boleto para la Legislatura federal. De igual forma, en esta capital, irrumpió en el paisaje sociopolítico de la ciudad, Katalyna Méndez, quien ganó la diputación local con una votación muy respetable.
En Tampico, apareció en el escenario regional, la hoy alcaldesa, Mónica Villarreal Anaya, entró con fuerza al espectro político regional. Derrotó a un PAN, enraizado en la comunidad tampiqueña desde hace más de medio siglo. Resultó la sorpresa más sonada en las filas de MORENA, toda vez que el panismo de la comarca tenía un estratégico interés por esa plaza política.
La cantera de MORENA, está pletórica de promesas.
La estatura de los nuevos liderazgos guindos, se potencian, cuando en los partidos de enfrente, quedaron huérfanos de jóvenes; el PAN, no dejó que germinaran y el MC, los abortó al promover recomendados para diputados, alcaldes y regidores, cancelando la posibilidad de re-oxigenación de sus estructuras.
Otra de las benditas secuelas de la ola lopezobradorista en Tamaulipas: arrasó con caducos factores de poder –Geño Hernández, Oscar Almaraz, los Cabeza de Vaca, Yalheel Abdala y los Cárdenas victorenses– para dar la oportunidad a novedosos actores que puedan dar continuidad y profundidad al Segundo Piso de la IV T en la región.